Aborto y condena (1era. Parte)



Miércoles 5 de mayo, 8 pm.

-¿Te acuerdas que te dije que me vino la regla? Al principio creí que lo era. Pero después me di cuenta que eran sangrados raros y dolorosos, así que me fui al hospital. El obstetra me mandó a hacer una ecografía y aquí está el resultado.

Pamela me tendió un sobre blanco. La dejé con la mano en el aire un buen rato. Dentro había una hoja de papel couché con un membrete médico y un montón de palabras raras que prometí averiguar cuando tuviera tiempo. Al final, en letras pequeñas como para mitigar el impacto: Estado del embarazo --20%.

Fruncí las cejas mientras sentía un dolor en la nuca, luego repliqué:

- ¿Y? ¿Qué vas a hacer?

- Lo que tú me pidas que haga.

- No quiero que lo tengas.

Trató de contener una lágrima, pero nunca fue buena en eso.

- Está bien.

- Además –dije- ¿cómo pudiste embarazarte? No eyaculo hace años dentro de ti.

- Eso le dije al médico, que no podía creerlo, que nos hemos cuidado cinco años con ese método y jamás nos había fallado.

- ¿Y qué te dijo?

- Que siempre hay una primera vez. Cualquier método con un margen de error falla, sobre todo si se practica durante años.

Permanecí con la vista en el documento, no sabía qué más hacer.

- ¿7 semanas? Aquí dice que tienes 7 semanas.

Me dirigí a la puerta y revisé el calendario.

- Pero si hace siete semanas estábamos peleados…

- Pero no por eso dejábamos de hacerlo- dijo ella.

- Claro, qué coincidencia que justo te embarazas cuando César está de vacaciones en la ciudad.

Ella se llevó la mano a la frente y suspiró.

- Ya sabía que ibas a decir eso. Walter, no me he acostado con otra persona que no seas tú.

- Pues no lo creo. Es demasiada coincidencia. ¿Sabes cuánto me ha costado separarme de ti? ¿Sabes las cosas que he tenido que hacer para que te convenzas de que no te quiero más? ¿Cuánto tiempo hace que terminamos?

- Un mes, trece días, ocho horas y media.

- ¡Seis semanas redondas! Y tienes siete semanas de embarazo. ¿Me quieres decir entonces que luego de todos estos años cuidándonos te embarazas justo la última semana antes de dejarte? Lo que pasa es que tú quieres agarrarme.

- Walter yo te quiero, y no lo niego. Tengo esperanzas de que nuestra separación sea temporal y algún día te des cuenta que soy la única que te amará por siempre y sin reservas, pero yo no planeé nada de esto. ¿Crees que traería un hijo al mundo sólo para utilizarlo contra ti?

- Sí- dije en el colmo del delirio- claro que lo harías porque una persona obsesionada es capaz de todo por aferrarse a su objeto de deseo, hasta de matar, o procrear sin responsabilidad, que es lo mismo.

- Yo sola no hice este bebé.

- Pues conmigo no fue. ¿Acaso no recuerdas porqué terminamos?...

- Por César, yo sé, pero estás equivocado respecto a él.

- Hace años que te acosa, te ha propuesto matrimonio, te ha ofrecido dinero, te envía chocolates en navidad, rosas en tu cumpleaños, cartas de amor cada mes. Me prometiste que terminarías con todo eso, y lo único que hiciste fue seguir en contacto con él a escondidas. Si no hubiera contestado esa llamada, si no hubiera visto sus mensajes de texto aquel día, probablemente hoy sería un cachudo más que anda volando bajo. ¿Cómo sé que no te acostaste con él? ¿cómo sé que eso no fue el motivo por el que decidiste empezar a ocultarme todo?

Miró el techo moviendo la cabeza. Tenía ganas de pelear, hacerle perder los papeles con mi crueldad, abofetearla con mis palabras por haberme hecho esto, pero ella continuaba callada y suplicante, dejando que me consuma en mi propio fuego.

Me levanté, dejé el regalo en la mesa y salí.

- Feliz cumpleaños- dije, con mucha más rabia de la que puede contener aquel saludo.